Revolución Criolla

Por Enzo Galimberti:

Vivimos en un mundo en el cual siempre se discute y cada uno quiere imponer su pensamiento ante el de los demás. En un universo donde en una reunión familiar o de amistades, siempre unos quieren prevalecer y denigrar el pensamiento del otro, como si la otra persona fuera la equivocada. Por eso mismo, muchos cuestionan la Revolución de Mayo. Hacen lo mismo con Messi, así que imagínense.

Hay quienes sostienen que la Revolución de Mayo fue un movimiento más “porteño” por así llamarlo, que nacional. Otros, le niegan arraigo soberano para sostener que sus protagonistas eran una élite, y el acto fue en sí, un “golpe de estado” forjado por los poderosos de ese entonces. En cambio, el marxismo le resta trascendencia con el argumento de que la Primera Junta en el poder no cambió las relaciones sociales fundamentales.

Como verán, cada uno tiene su pensamiento, por eso voy a expresar el mío. La Revolución de Mayo fue una gran revolución política, social y económica.

Revolución política, porque se derrocó a un régimen monárquico, autocrático y burocrático. El virrey era el “segundo yo” del rey, abriendo paso a un proceso de construcción republicana que no tendría retorno.

Revolución social, porque los criollos desplazaron a los españoles peninsulares de todas las principales posiciones de poder, incluso eclesiásticas, porque se dispuso el fin del tributo indígena y la libertad de vientres comenzando a poner fin al esclavismo.

Y fue una revolución económica, ya que se abrió el libre comercio, cerrando de esta forma a trescientos años de un asfixiante modelo colonial de sujeción.

La Primera Junta, fue parte de un fenómeno continental que, abrazando las ideas liberales y republicanas, originarias de Francia y Estados Unidos, introdujo un conjunto de cambios decisivos que culminarían con la independencia de Hispanoamérica. Un proceso que, con sus marchas y contramarchas terminaría en Cuba hacia finales de siglo. En pocas palabras, se adelantó casi 150 años a la independencia de la mayoría de los países de Asia y África.

Esa rica lucha por la soberanía, tuvo tanta potencia que, aún hoy, América es el único continente sin realezas ni monarquías, de las que todavía subsisten.