Ómicron

Por: Enzo Galimberti.

Cuando parecía que todo volvía a la normalidad, que de repente empezábamos a vivir de nuevo con más tranquilidad, una nueva cepa del famoso COVID 19 que nos mantiene en vilo desde finales del año 2019 nos hace preocupar. Parece que esta nueva cepa denominada “Ómicron” es resistente a las vacunas ya conocidas y causa en los infectados dolores musculares, fatiga, tos seca, picazón de garganta y fiebre. Ante el gran poder de contagio que tiene esta cepa, países como Israel y Marruecos decidieron cerrar sus fronteras. En Europa naciones como Italia, República Checa, Bélgica, Reino Unido, Dinamarca y Alemania han pasado a poner grandes restricciones a sus pobladores, lo que ha generado el levantamiento de los mismos y se han producido por ende enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. Pero la posible saturación del sector salud, los enfrentamientos y el miedo a esta cepa desconocida, no son el único problema. Ante este nuevo descubrimiento, los mercados de valores globales se desplomaron ante el pánico de una nueva recesión global como ocurrió con los inicios de la pandemia.

En Europa, las acciones están registrando su peor desempeño diario de este año, presionadas principalmente por el sector de viajes y turismo, el sector bancario y las empresas petroleras de la región. Las aerolíneas, empresas de cruceros que comenzábamos a ver de a poco navegar de nuevo y las cadenas hoteleras han tenido una caída brusca en las bolsas al igual que en los inicios de la pandemia.

Las bolsas en América Latina han tenido un retroceso importante. Esto agrava la crisis en la región que trata de salir de los estragos causados por los gobiernos corruptos, las constantes crisis políticas, sociales, institucionales y por sobre todo la económica iniciada por el COVID 19 dejando a nuestra región destruida.

Lo más probable, es que no se lleguen a repetir las inmensas caídas en los mercados financieros que vimos al inició de la pandemia. Esto, es debido a que si se llegan a implementar nuevas cuarentenas, las personas ya estarían acostumbradas a vivir con el virus, no todos los sectores cerrarían y la gente podría seguir estudiando y trabajando por medio de las nuevas tecnologías a las que ya nos hemos acostumbrado. Por ende, no se paralizaría tanto el comercio como así tampoco la educación. Algunos sectores de contacto físico van a ser más afectados que otros, pero es improbable que la economía global vuelva a cerrarse del todo.