La Noche de los Cristales Rotos.

Por: Enzo Galimberti.

La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, Alemania se sumió en una espiral de violencia antisemita que marcaría un antes y un después en la historia. Conocida como "Kristallnacht" o "Noche de los Cristales Rotos", esta masacre organizada por el régimen nazi dejó una huella indeleble en la comunidad judía y en el mundo entero.

Para entender la magnitud de esta matanza, es necesario retroceder en el tiempo. A mediados de la década de 1930, el Partido Nazi, liderado por Adolf Hitler, había consolidado su poder en Alemania. Su ideología antisemita, que culpabilizaba a los judíos de todos los males del país, había permeado en gran parte de la sociedad.

La persecución a la comunidad judía había comenzado gradualmente, con la implementación de leyes discriminatorias que los marginaban en todos los aspectos de la vida. Sin embargo, la hecho representó una escalada sin precedentes en la violencia antisemita.

En “La Noche de los Cristales Rotos” un aluvión de grupos nazis y simpatizantes de este movmiento, instigados por las autoridades, atacaron sin piedad a los judíos en todo el país. Sinagogas fueron incendiadas, negocios saqueados y destrozados, y miles de judíos fueron arrestados y enviados a campos de concentración. Las calles quedaron llenas de escombros y cristales rotos, de ahí el nombre de esta terrible noche.

Las consecuencias fueron varias, ya que esa noche fue un punto de inflexión que dejó profundas cicatrices en la sociedad alemana y en la comunidad judía.
Para los judíos significó el comienzo de una persecución sistemática que culminaría en el Holocausto, el genocidio de seis millones de judíos a manos del régimen nazi.
Para Alemania hizo salir a la luz la verdadera naturaleza del régimen nazi y la profundidad del odio antisemita que había arraigado en la sociedad.
Para el mundo, definitivamente fue una señal de alerta sobre el peligro del fascismo y el antisemitismo y ultranacionalismo.

Las consecuencias de la "Noche de los Cristales Rotos" se extienden hasta nuestros días. La memoria de este suceso sirve como un recordatorio constante de los horrores del odio y la intolerancia. Además, ha impulsado la creación de instituciones y movimientos dedicados a la lucha contra el antisemitismo y el racismo.En conclusión, la Noche de los Cristales Rotos fue un evento trágico que marcó un antes y un después en la historia. Su legado nos obliga a reflexionar sobre los peligros del odio, la discriminación y el fanatismo.

En conclusión, el fanatismo extremo nunca es bueno porque supera la racionalidad, produce una ceguera que puede llevar a que el fanático se comporte de manera irracional. Ser fanático, implica estar obsesionado con algo y ese fanatismo te impide ver otros puntos de vista u opiniones, en pocas palabras te priva de la libertad y eso, nunca puede ser bueno.