Petróleo, Poder y Soberanía

Por: Enzo Galimberti.

La región del Esequibo, un extenso territorio de más de 159.000 kilómetros cuadrados al oeste del río que le da nombre, ha sido durante más de un siglo motivo de controversia entre Venezuela y Guyana. Lo que comenzó como una disputa heredada del periodo colonial se ha transformado en uno de los conflictos territoriales más persistentes de América Latina, que hoy cobra nueva relevancia ante el descubrimiento de grandes yacimientos petroleros en la zona.

El origen del diferendo se remonta a los días del Imperio español. El territorio que hoy ocupa el Esequibo formaba parte de la Capitanía General de Venezuela, conforme a los límites reconocidos durante el periodo colonial. Al declararse independiente en 1811, Venezuela consideró que mantenía la soberanía sobre esa región.

Sin embargo, el avance británico desde sus colonias en el Caribe llevó a una ocupación progresiva de tierras al oeste del río Esequibo. En 1899, una comisión arbitral internacional —compuesta por representantes de Estados Unidos, Reino Unido y Rusia— falló a favor del Imperio británico, otorgándole el territorio en disputa. Venezuela aceptó el laudo en un primer momento, aunque décadas después surgirían dudas sobre su legitimidad.

En 1949, se filtraron documentos que revelaban posibles acuerdos secretos y presiones indebidas entre los jueces británicos y el árbitro ruso, lo que llevó a Venezuela a declarar nulo el laudo de 1899. Desde entonces, ha considerado el Esequibo como parte irrenunciable de su territorio.

La disputa entró en una nueva etapa en 1966, cuando Venezuela, el Reino Unido y la Guayana Británica firmaron el Acuerdo de Ginebra, un instrumento legal que reconoce la existencia de una controversia territorial y establece mecanismos para resolverla pacíficamente. Ese mismo año, la Guayana Británica se independizó, naciendo la actual República Cooperativa de Guyana.

Desde entonces, Guyana ha mantenido el control administrativo sobre la región del Esequibo, mientras Venezuela continúa reivindicando su soberanía. A pesar de los múltiples intentos de mediación, incluidos los buenos oficios de la ONU, el conflicto permanece sin resolución.

En 2018, Guyana presentó el caso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), buscando que este organismo declare válido el laudo arbitral de 1899. Venezuela ha cuestionado la competencia de la CIJ, alegando que no existe un consentimiento mutuo para que la Corte dirima el asunto. No obstante, el proceso judicial sigue su curso.

El tema volvió a ocupar titulares en 2023, cuando el gobierno venezolano, liderado por Nicolás Maduro, impulsó un referéndum consultivo para ratificar su reclamo sobre el Esequibo. La consulta, aunque simbólica y sin efectos jurídicos internacionales, generó tensión en la región y reacciones de preocupación por parte de organismos como la OEA y la ONU.

La disputa no es solo geopolítica o simbólica. El Esequibo es una región con abundantes recursos naturales: yacimientos de oro, diamantes, bauxita, madera, agua dulce, y más recientemente, petróleo.

Desde 2015, la empresa ExxonMobil ha descubierto grandes reservas de hidrocarburos en aguas costa afuera administradas por Guyana, impulsando un vertiginoso crecimiento económico en el país suramericano. Estas actividades han sido rechazadas por Venezuela, que considera que Guyana no tiene derecho a otorgar concesiones sobre lo que denomina “territorio en reclamación”.

A pesar de la intensidad de la disputa, no ha habido enfrentamientos militares directos entre ambos países. La controversia se ha mantenido en los cauces diplomáticos y judiciales, aunque ha sido utilizada con fines políticos internos por ambos gobiernos.

En Venezuela, el Esequibo ha sido una causa nacional a lo largo de los años, pero en Venezuela esto se acrecentó, ante el deterioro del régimen de Nicolas Maduro. Como todo gobierno populista, cuando se tiene una imagen negativa con el pueblo o hay muchos problemas por subsanar, suelen recurrir a encontrar problemas o conflictos con gobiernos externos, estos enfrentamientos pueden ser armados o no. Por ejemplo el gobierno militar que estaba en Argentina ante su caída inminente, mandó a recuperar las Islas Malvinas a sus soldados casi sin armas ni comida, toda una pantalla para poner contento a su pueblo y enaltecer la imagen del gobierno militar. Margaret Thatcher hizo lo mismo en Inglaterra cuando su país estaba en declive, mandó a invadir Malvinas.
En Guyana, en tanto, la defensa de la integridad territorial es vista como un principio innegociable de soberanía, especialmente tras su independencia del Reino Unido.

En el terreno, el Esequibo sigue siendo una de las regiones menos pobladas y desarrolladas de Sudamérica. Sus habitantes, en su mayoría comunidades indígenas y afrodescendientes, han vivido tradicionalmente bajo la administración guyanesa, con escasa presencia del Estado venezolano. La incertidumbre sobre el estatus territorial ha limitado inversiones y servicios públicos.


En conclusión, la decisión sobre el futuro del Esequibo está ahora en manos de la Corte Internacional de Justicia. Sin embargo, más allá del plano jurídico, la resolución definitiva del conflicto requerirá voluntad política, diálogo y garantías para los habitantes de la región.

Mientras tanto, el Esequibo sigue siendo una herida abierta entre dos naciones vecinas, divididas por la historia colonial, pero unidas por el desafío de encontrar una salida pacífica y justa a una disputa de más de 120 años.